Un evento global que se ha cerrado. Italia ha ganado el Mundial de Alemania.
A partir de mañana, el tráfago rutinario del planeta nos tirará al rostro los problemas de siempre. La burbuja de la competencia futbolística planetaria ha concluido y los ojos mirarán a partir de ahora hacia Sudáfrica.
Sin embargo, quedó en la retina el cabezazo que Zidane dio a Materazzi el jugador italiano. Aunque el jugador italiano lo ha desmentido, la prensa ha dado a conocer lo que le habría dicho Materazzi a Zidane: "sucio terrorista", en una agresión que descontroló penosamente al jugador francés, influyendo en la definición a penales, de la cual estuvo ausente. En el fragor de la cancha, sacar de quicio a un rival, insultarlo sin que lo escuchen los árbitros y sonriendo para las cámaras, ha sido una maniobra de juego sucio. Nadie justifica la respuesta de Zidane, pero en justicia la expulsión debió ser para ambos. La historia quedó escrita así, pero igual Zidane fue recibido por el Presidente de su país como un héroe del deporte, un niño pobre de los barrios bravos de Marsella, que pichangueaba en las plazas y que llevó a Francia a la gloria y ayer estuvo a punto de lograrlo de nuevo. Materazzi ha negado la ofensa y eso no es varonil. Lamentable, con tanta cámara que ha puesto la FIFA, igual la trampa ocurre y cuando está contaminada con un insulto racista y xenófobo, es mucho más grave.
Ahora sí, demos vuelta la página.
Una mirada libre a nuestro entorno
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