sábado, mayo 13, 2006

Día de la madre: Invocación a la familia

  • En la sociedad moderna occidental las tendencias a la desintegración del núcleo familiar son cada día mayores. Existe una cultura individualista que ha hecho mermar la fuente de afectos que representaba el árbol familiar. El individualismo y materialismo han desintegrado las familias y se aprecia en las personas un egoísmo creciente, que se traduce en el desamor hacia los adultos mayores que llegan a la cuarta edad y en el descuido de la infancia y la adolescencia.

Si uno observa la realidad más cercana, de nuestras ciudades y barriadas, se dará cuenta de la profundidad de esta situación. Las páginas amarillas y policiales de los medios nos atiborran de evidencias de soledad, desamor y crueldad enormes, que ocurren cada día en un vértigo de creciente maldad inundando la vida cotidiana. El vandalismo que se observa en las movilizaciones que pretenden ser legítimas y pacíficas, nos habla de lumpen y anarquismo que busca sólo causar destrozos, logrando que se descalifique así las movilizaciones sociales de todo tipo. La extensión de la droga y sus secuelas de muerte, nos muestra que el crimen organizado se toma los espacios de la gente de bien, arrinconándola en verdaderas fortalezas, por demás inútiles.

Si se observa la dificultad de los jóvenes por comprometerse en relaciones afectivas sólidas, como fue la esencia de la institución matrimonial en su fundamentación moral y jurídica, algo serio está afectando la convivencia. El construir proyecto en amor, construir una vida en familia, con un blindaje de afectos permitiendo que los hijos crezcan seguros de sí mismos, capaces de dar y entregar a su comunidad, aparce hoy como algo que se va perdiendo, que no es lo normal y ha pasado a ser casi la excepción. La depresión cruza las urbes, la calidad de vida está lesionada desde el seno mismo de las relaciones inter personales en el seno de familias rotas, de hijos que ven cómo sus padres caen en severos grados de violencia. En suma, tenemos en este minuto una sociedad profundamente enferma, que sigue en un círculo vicioso agudizando su propios problemas, como un paciente que se resiste a asumir sus dolencias.

La política, las religiones, los líderes sociales, se supone que deberían mostrar a la comunidad caminos de salida a la situación presente.

Sin embargo, la realidad es que la trampa persiste y todo apunta a la reiteración de un ciclo de desamparo, soledad, bronca, escape, violencia y represión.

Cuando líderes morales nos indican que se debe recuperar el espíritu, cuando los que somos cristianos invocamos a Jesús en nuestra sociedad, el sistema prefiere ignorar la necesidad de su presencia y apostar a manipulaciones comunicacionales distractivas.

El día de la Madre es objetivo de mercadotecnia pura. Muy pocos ven en este hito de celebración algo que vaya más allá del consumismo puntual. Porque pensar en la madre como núcleo de la familia y savia del amor y la seguridad, es algo que no sintoniza con las corrientes feministas que abogan por un rol para la mujer, donde ser la base de la familia pareciera un rol menor, relegado frente a otras prioridades como la satisfacción material y el desarrollo personal.

Aparece así ser madre como un rol que queda a la fila de otras aspiraciones: triunfar y competir, producir, aportar dinero a casa, termina siendo principal y ser madre, secundario. El sistema neoliberal está modelado así, las expresiones anti familia están a la vista en los contratos sin útero que incorporaron muchos planes de salud, la mujer no tiene un trato previsional que reconozca su aporte como jefa de hogar, el rol de dueña de casa se cree que se puede sustituir por un servicio doméstico de nanas.

Se ha pretendido suplir la presencia de la madre en la formación del infante por servicios de salas cunas que sean negocios de particulares, donde los niños quedan guardados como quien deja el auto en el estacionamiento.

¿Donde quedan los afectos? ¿Donde el reconocimiento al papel crucial de la madre - y también del padre- en la formación de pre-infancia de los hijos?

La sociedad celebra este domingo el día de la madre y las tiendas tendrán buenas facturaciones. Pero, más allá del marketing, preguntémonos ¿Se está defendiendo a la familia en Chile? ¿La desprotección cotidiana a la mujer en su rol formativo de madre, no es una de las causas de que tengamos pésimos resultados educacionales?

Las madres que enseñan, que apoyan, que están presentes en la crianza de los hijos, son irreemplazables. Acá se ha trasladado a la escuela una responsabilidad que es de la familia.

Los resultados se expresan en el producto que estamos observando: generaciones jóvenes carentes de afectos y con serios problemas para dar, para comprometerse. Hombres y mujeres solitarios, detrás del éxito material, esquivando la formación de una familia, principalmente por razones económicas y la necesidad de competir.

Saludemos a las madres con respeto y recordemos con una oración a las madres que ya partieron.



Una mirada libre a nuestro entorno

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