miércoles, mayo 17, 2006

La Internet: potencial libertario para el planeta


El día de Internet se celebró a nivel mundial.
Una carretera tendiente a la anarquía, una torre de Babel en donde todos vociferan, musitan, actúan como voyeristas o exhibicionistas, en medio de una multitud que circula indeferente. Sin embargo, en forma cyber gregaria, millones de transeúntes comienzan a desplegar pancartas, señaléticas que llaman a agruparse en alguna esquina.

Cuesta coincidir en la muchedumbre que pulula por la banda ancha y menos ancha. Cuesta enhebrar algún mínimo diálogo en una feria libre donde se habla al unísono...pero, ¡albricias! divisamos a lo lejos una de esas invitaciones a conversar y hacemos un alto, cautelosos, hurgando, muchos con sus pasamontañas o sus máscaras.

Asomándose apenas, escuchando lo que se discute, filtrando lo que interesa en medio de tanto desquicio. De pronto, comienzan a tejerse mínimas confianzas, mínimas reglas de cortesía y pertenencia. Es una toma de espacio virtual que de alguna manera se amuralla y se establecen porteros que filtran, reservándose el derecho a entrada. Al cabo de un rato, la selva de la hiper carretera está plagada de quioscos de diversos colores. Hasta que a alguien se le ocurre linkearlos con alguna gestualidad de tribu...y comienzan a llegar por miles las múltiples invitaciones, los debates están ahora en las estratósferas del cyberespacio, en un Olimpo que se llena de humanos y otros no tanto, que se cabecean por ser escuchados, por expresar su individualidad en los colectivos multifacéticos.
Cuando ese tejido se estructura, miles de millones de seres, para bien o para mal, están expuestos en los vitrales de un mosaico inmenso, en un collage de individuos que quieren superar soledades, aspiran al mero placer o pretenden algún tipo de reconocimiento por sus supuestas virtudes.

Todos hablan juntos, pero algo les obliga a escuchar y comienza a transformarse la maraña de voces estrepitosas en juegos corales polifónicos que poco a poco van armonizando melodías planetarias. En ellas la libertad es recurrente, en esas armonías la construcción de nuevos mundos es recurrente. En esas redes de colaboración planetaria comienza a rescatarse una profunda neo-democracia planetaria que se convierte en incontrolable tropel, en temida ola de acciones coordinadas para denunciar la desigualdad, los abusos, la corrupción en todas sus expresiones.

Y cuando la ciudadanía mundial logra preservar este instrumento anti tiranías, anti mafias, los sistemas políticos mundiales comienzan a ser permeados por las organizaciones ciudadanas que desde lo local se suman en lo trascendente y diverso. Conquistados esos espacios, cuando todo el planeta y todos los fundamentalismos se vean cruzados por las redes libertarias, será el día en que la Internet se vestirá de fiesta, aunque puede ser que este sueño sólo se dé al final de los tiempos.




Una mirada libre a nuestro entorno

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