domingo, mayo 28, 2006

Secundarios: negociaciones para un cambio real


Secundarios: negociaciones para un cambio real

Hernán Narbona Véliz

28 de mayo de 2006

periodismo.probidad@gmail.com

LOS JÓVENES QUE están movilizados en pos de una educación de buena calidad, la modificación de la LOCE, el derecho a la educación y el término de la municipalización fracasada, retoman las negociaciones con el gobierno.

Lo harán en un escenario que involucra a todo el país, artillados con el respaldo de los colegios privados, con el anuncio de movilización de los profesores y de los paradocentes. Los alcaldes se suman para mostrar que el fardo heredado es inviable. Agréguese la situación de comunas como Valparaíso, donde un alcalde corrupto malversó las retenciones previsionales de los profesores municipalizados y ellos son víctimas hasta ahora de esa gestión repudiable, que ha dejado una herencia insalvable para las actuales autoridades.

Los secundarios han abierto la Caja de Pandora en materia educacional, exigiendo que los partidos deban ir al fondo del tema, a la raíz de la LOCE dictada en la víspera de la retirada de un régimen autocrático. Un amarre que recién ahora, gracias al empuje de los muchachos adolescentes y su intuitiva claridad, se reconoce como algo que se debe revisar.

En las negociaciones, es preciso que los jóvenes deleguen su poder de asamblea movilizada en un equipo negociador. Sería inviable negociar para una galería repleta, deberán existir los mandatos democráticos para que sea un grupo de esa vocería legítima que ellos mismos han explicado en los medios, el que se siente con el Ministerio.

El gran plan de negociación deberá significar que el Parlamento se abra al debate de un debate que llegaría a ser una reforma constitucional que redefina el rol del Estado en la Educación. Esto llevaría a decisiones políticas que la Concertación hasta acá no había integrado a sus planes de gobierno.

¿Seguir con el estado subsidiario regulando mal y fiscalizando peor? ¿Hacia donde apuntar? ¿Cuáles serían los márgenes de lo posible? ¿Seguir con sostenedores y municipios? ¿Recuperar un magisterio de eje central estandarizando la formación, entrenamiento y evaluación de los trabajadores de la educación en el marco de un nuevo Ministerio de Educación? ¿Volver a las Escuelas Públicas con nombres en vez de números, a cargo del Estado? ¿Cómo evitar que los sostenedores aprovechen indebidamente el recurso del subsidio sin responder por resultados?

Obviamente, el tema requiere agenda, estableciendo antes que nada, al partir, los principios de autoridad y representatividad de los interlocutores. Quizás sea necesario para el gobierno que sea el Ministro el que abra, para evitar que se piense que él se estuviera reservando para un segundo tiempo en la negociación. Es importante que la autoridad no sea ambigua y esto es válido también para los estudiantes que deben explicitar quienes serán los interlocutores y cómo consultarán las decisiones con sus bases.

El otro aspecto es "no negociar para la tele". Es un riesgo que se debe explicitar que las partes pretendan desprender mensajes para la galería y sacar provecho de la aproximación a la mesa. Sería bueno que los estudiantes establecieran compromisos de confidencialidad para que nadie salga en vocerías que no expresen lo que las partes realmente vayan concordando.

Desde el punto de vista de la ciencia política, hay precedentes de grandes movilizaciones juveniles, que marcaron hitos históricos, algunos por la violencia con que el sistema reaccionó en contra de ellas. En el caso actual, el detonante de la movilización juvenil ha sacado a flote una serie de variables conexas, que hablan de la insatisfacción de fondo que genera el modelo heredado de la dictadura. Por lo tanto, así no se lo haya propuesto ni previsto, el gobierno de Bachelet tiene una gran chance en términos de abrir espacios políticos para canalizar la energía de esta generación juvenil.

Pero para hacerlo le exigirá innovar, para lo cual debe arriesgar, dejando de administrar lo conocido aventurando el gran cambio que Chile requiere. Bachelet debe saber en su fuero íntimo que el Estado fue estigmatizado por la derecha, como empresario y como educador, pero los resultados de su modelo privatizador evidencian que lo que Chile extraña es la calidad que tuvo la educación pública. LA que impartía el profesor del magisterio, el profesor normalista (hito de calidad en el aula), el apoyo que daba la JUNAEB, que colocaba cocinerías en las escuelas siendo sus almuerzos nutritivos y no raciones adquiridas al mercado. Hay muchas cosas que fueron buenas y nadie debiera arriscar la nariz al mencionarlas. Pensemos en los efectos que ha sembrado el querer hacerlo todo como "negocio de privados".

Los padres y apoderados se han visto también remecidos por esta situación, pero sus consideraciones han sido más bien economicistas, sin llegar al fondo. Porque en el problema educativo está también el rol de los padres, no como simples proveedores sino como modelos conductuales. Si la familia chilena decae en valores y sigue las farándulas que les instala el sistema como elemento distractor, el resultado son jóvenes que crecen sin ese apoyo valioso de hogares que modelan a sus hijos en valores sólidos.

En este sentido, también en las negociaciones de este gran tema, la reflexión debe alcanzar a la familia chilena, para ver cuanto ella aporta en términos de afectos y de ejemplo para que los muchachos crezcan seguros. El deber de supervisar la calidad de la educación pasa por familias comprometidas seriamente en la formación de los hijos.

Las negociaciones comienzan y no es del caso tomar palco sino involucrarse, como educadores, como padres, como autoridades, parlamentarios o comunicadores sociales. Porque esta es la primera vez en 16 años de democracia que hay espacios abiertos para decirnos los chilenos que no es esto lo que queremos para nuestro país y por lo tanto, estamos dispuestos a exigir que se reoriente a la sociedad, aunque el trance sea doloroso e incómodo para muchos.



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